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Alicia Delicia

Experta en placer.
Psicóloga tallerista enfocada a explorar las posibilidades de gozar de nuesto clítoris.

Lo más importante a saber de mí es que me encanta masturbarme. Considero que la masturbación es una forma de quererme, cuidarme y disfrutarme, y TODAS deberíamos de hacerlo. Lamentablemente esa no es la realidad para muchas y he notado que lo que hace la diferencia para vivir una sexualidad libre y placentera es el acceso a educación sexual integral.

Conocer nuestra anatomía y sus posibilidades de placer a través de la mastrubación es clave para poder llevar vidas más sanas y felices por lo cual imparto talleres sobre la vulva, el clítoris, la masturbación y la eyaculación femenina.

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Mi lunar de Marilyn Monroe

  • Writer: Alicia Delicia
    Alicia Delicia
  • Dec 27, 2018
  • 3 min read

Tunel con forma de vulva en las ruinas mayas de Becan, Xpujil, Campeche

Me aprendí a querer cuando desaprendí a odiarme.


Crecí con la idea de que nunca iba a ser lo suficientemente bella físicamente. Tenía que bajar de peso, no había una meta, simplemente desear eternamente ser más y más flaca. Tenía que verme bronceada, pero seguir siendo blanca. Tenía que maquillarme, pero que se viera natural. Me tenía que quitar vellos, aunque era lampiña. Tenía que tener una abundante cabellera, aunque era lampiña (x2). Tenía que ser más alta, pero no más alta que mi pareja. Tenía que tener más nalgas, tenía que tener chichis más firmes. Era un sinfín de cosas que me faltaban y me sobraban.


Mi vulva no era la excepción. Mi vulva era la parte más mitológica de mi cuerpo. Por un lado, era un espacio desconocido y prohibido, pero también era la razón por la cual se me había asignado el género de mujer y era lo que ‘todos los hombres’ querían. Eventualmente también se volvió una parte más de mi cuerpo que estaba mal, que tenía que cambiar y para eso había mil productos y procedimientos quirúrgicos.


Tenía que quitar todo el vello. Tenía que oler ‘bien’. Todo tenía que ser simétrica. Tenía que ser un tono rosa claro. Mis labios exteriores tenían que ser acolchonados y suaves, mis labios interiores cortos y delgados. Tenía que ser una vulva modelo para que fuera deseada por alguien más. Aunque me masturbo desde los 11 y siempre he disfrutado del placer que me puede dar mi cuerpo, era sólo para mí, porque nadie más querría estar con este cuerpo, nadie más querría mi vulva imperfecta.


Una vez vi mi vulva en mi espejo y no se parecía a los dibujos de anatomía. Noté que tenía un círculo más oscuro en mi labio exterior izquierdo. Tenía entonces unos 12 años y le pedí a mi mamá que me llevara con el ginecólogo (que no entendía por qué tenía que ser un hombre). Moría de pena y de miedo, esa mancha seguramente era sífilis, chancro, gonorrea, herpes y sida, todo-en-uno. Porque sucede que a mí, como a muchas, sólo nos enseñan todo lo malo que nos puede pasar respecto a nuestra sexualidad como enfermedades y embarazos, y nunca nos hablan del placer. Cuando me revisó el ginecólogo y no dijo nada, yo no tampoco dije nada. No sabía qué era esa mancha, pero no podía ser tan malo si nadie decía nada.


Años después, con miedo y terror, me estaba compartiendo con un chavo. Era la primera vez que una pareja vería mi vulva con la luz prendida, en vivo y a todo color. Se le frunció el ceño al ver mi vulva y después sonrío. Me dijo “Tienes un lunar.” Y yo me quedé perpleja. “Tienes un lunar” repitió sonriendo “en el labio, como Marilyn Monroe.” Sentí cómo se me deshizo un nudo en el estómago. No era mi vulva tan desagradable e imperfecta como lo había pensado. Es más, hasta tenía personalidad.


Me choca que haya tenido que esperarme a que un hombre haya validado una parte tan querida y preciada de mi como es mi vulva. Pero al menos yo tuve eso, yo aprendí a querer mi vulva. Aprendí a sentirme sexy y cómoda con mi lunar de Marilyn Monroe. Aprendí a sentirme segura y orgullosa de cada pliegue y pelo que tengo. Aprendí a valorar cada roce de placer que me da mi vulva. Aprendí a compartir esto con otras mujeres, a dejar en claro que cada vulva es perfecta y diversa.


Aprendí a querer mi vulva y creo que eso es algo que todas deberíamos de aprender.

 
 
 

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